domingo, 17 de julio de 2022

Provocado por Rocío unchained

Anoche vi por primera vez “Tercer Cielo” en directo y me estaba opinando encima cual tertuliano cool. Rocío está desatá sobre el escenario y no sé si hay que agradecérselo a Bronquio, a Antonio Ruz, a Ernesto Novales, a Miguel Marín, al confinamiento, a ella misma o a todos un poco. Acostumbrado a verla con una sobriedad en cuanto a aderezos estéticos que obligaba hasta ahora a centrarse en su voz y el acompañamiento (a menudo una guitarra únicamente), el hecho de verla con el colchón que supone el artefacto sonoro salido de los cacharritos de Bronquio y desplegando todo su arte mediante el baile y la variedad de movimientos y gestos que ejecuta sobre el escenario con su clase y elegancia habituales a mí me hace una ilusión especial. Ya había hecho en anteriores espectáculos tanto algún amago de baile como gala de su sentido del humor pero en este Tercer Cielo consiguen entre ella y Bronquio llevarnos al séptimo.

No se pierdan ustedes en los próximos meses esta rave flamenca. Que el crítico no separe lo que la rave ha unido, y lo digo en singular porque este disco ha sido aclamado de forma unánime por la crítica (por toda la crítica menos por el de siempre imagino, seguro que entre unos y otros le han provocado al pobre ya una úlcera de un tamaño similar al del estado de Montana).




Rocío sigue cogiéndose una muñeca con la otra mano, es un gesto que repite en casi todos los conciertos como midiéndose el pulso, su metrónomo interno natural que le permite entrar siempre en el sitio y con la potencia y emoción adecuadas. Antes le pedía a los técnicos que le quitasen el eco y cualquier otro efecto porque no se reconocía cuando se escuchaba en los monitores, ahora creo que se conoce más y le importa menos lo que digan los demás sobre su carrera y sus decisiones, seguramente ya le da igual no reconocerse y lo que le interesa es precisamente eso: buscarse explorando todas las posibilidades que la técnica ofrece para vestir, disfrazar y jugar con su voz prodigiosa.

Del disco puedo decir poco que no se haya dicho ya, creo que es en general más oscuro de lo que parece pero tiene momentos de alegría y desinhibición, como la vida. Podría hablar de la riqueza de ritmos, la variedad de sonidos y percusiones, de la guitarra de “La Piel #1” que yo hubiera jurado que era una campana, es un disco que da para tesis. Rocío sorprende cuando canta y cuando cuenta, cuando respira, grita, susurra o suspira, cuando espera en silencio como espera ella: sin dejar de pensar ni sentir. Mi favorita es "Mmmm" porque cualquiera que haya tenido la suerte de pasar un ratito cerca de Rocío se habrá dado cuenta de que a veces le viene una melodía a la mente y empieza a cantar bajito entonando precisamente un "Mmmm". Me gustan muchísimo también "Niña De Sangre", "Droga Cara", "Prefiero La Muerte", "Mercancía" y "La Marca". Puede que sea un disco que no entre a la primera pero se queda para siempre cuando consigue entrar, tampoco permite realizar actividades peligrosas o manejar objetos punzantes mientras se escucha porque se precisan todos los sentidos puestos en él y una dosis elevada de concentración para apreciar las letras, los giros y efectos. Si le levantamos el pelo, la marca que lleva en la frente Rocío no es por la que murmura la gente que es pecaora, si acaso será la marca de la libertad, que por algo es la última palabra del disco y en el disco entero está ejercida. Pasarán varios lustros hasta que valoremos en su justa medida este disco y su impacto en el panorama musical.





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