viernes, 13 de agosto de 2021

Provocado por Mayéutica

El acontecimiento discográfico del año bien merece que vuelva a abrir esta ventanita ("desde que me dejaste...", la palabra ventanita dispara automáticamente en mi cabeza lo de "tengo el alma en pedazos / ya no aguanto esta pena / tanto tiempo sin verte / es como una condena")  al proceloso mundo del interné.

"Mayéutica" tiene todo lo que yo le pido a un disco: que me ponga los pelos de punta, que me emocione, que me levante de la silla, que no me aburra y que me haga esperar cada giro en las sucesivas escuchas. 


Interludio. Un arranque precioso y un na-na-na na-ná que se va cargando de energía y te va hinchando la caja torácica. Los guitarrazos del final ya hacen presagiar un discazo.

Primer movimiento. Después de la catarsis. Te empuja y te eleva que da gusto. Primera unión: la guitarra y el violín, a veces al unísono, subrayando los punteos, conversando entre ellos. Segunda unión: teclados, guitarra y violín a la vez. Si el hecho de que sonasen a la vez flauta, gaita y violín se conoció como "sonido Chieftains", esta unión de teclados, violín y guitarra eléctrica tocando lo mismo a toda velocidad (desarrollada en profundidad durante el tercer movimiento) yo creo que podría considerarse ya como "sonido Robe".

Segundo movimiento. Mierda de filosofía. Se lanzó como sencillo del disco y me chocó cómo podía empezar la canción tan arriba, luego se entiende perfectamente viendo de dónde viene cuando escuchas el disco entero. Ese trocito funky, lo que hace con el bajo ahí ese hombre es mejor que la mitad de los discos publicados este año (y que todos los discos de reggaetón juntos). Un estribillo más cercano al grito que al canto. Que no quiero asomarme ni al fondo de mí mismo...

Tercer movimiento: un instante de luz. Mi favorito. Ese "tú haciéndome llegar al límite, al deseo", ese "ahora siento el cuerpo"; mención aparte merece el "que-he-vénido a buscar". Hay dos momentos en el disco en los que Robe juega con la acentuación (que suele respetar bastante): uno es este "que-he-vénido a buscar" y el otro es el "ya-yé" que hace con "y-hoy-el espacio-tiempo..." y uno, como oyente, agradece ambos porque le hacen levantar las orejas como los gatos cuando se cae algo al suelo; el "con esta flor la pri-ma-ve-ra" y su repetición, gloria bendita. Los cambios de ritmo y de intensidad de la música coinciden a lo largo del disco varias veces con lo que narra la letra y cuando eso sucede a mí es que se me saltan las lágrimas. Me encanta el momento reggae "y estoy harto de sobrevivir...". Este movimiento es una enciclopedia de la música de los últimos setenta años.

Cuarto movimiento: yo no soy el dueño de mis emociones. Aquí Robe va con todo, tira la casa por la ventana. Despliegue de todos los misiles: una batería que suena como si cada golpe fuera un cañonazo, un violín inspiradísimo, guitarreo por doquier y punteos hechos con el violín, "yo no sé si el maaaar, si el maaaaaar...", "el suelo se mueve, en serio, se mueve, me desequilibraaaaa", "yo no soy el dueño de mis e-mo-ciones...". El otro juego con las sílabas "ya-yé", el momento tranqui casi jazzístico con una batería contenida y unos teclados juguetones. Este movimiento es como si Robe tuviera todos los discos que se han publicado este año encima de la mesa, los tirase al suelo barriéndola con el brazo como en las películas y dijera "a ver chavales, esto se hace así".

Tremendo el vozarrón que a veces es un coro y otras un instrumento más.

"Mayéutica" empieza con un interludio porque está concebido como la continuación de "La ley innata", como todo el mundo sabe ya a estas alturas.

Dulce introducción al caos. Maravillosa, con Vicky Gastelo haciendo coros (demasiado bajito pusieron su voz en la mezcla para mi gusto). Con el homenaje al "Jesús, alegría de los hombres. Cantata 147" de Bach. 

Primer movimiento: el sueño. Repetitiva, como los sueños. Incluye algunas pesadillas. Con un guitarreo y un estribillo imposibles de no cantar. Tiene una progresión melódica justo al final que se encuentra mejorada y ampliada en Mayéutica.

Segundo movimiento: lo de fuera. El "se acabó" y sus consecuencias, los cristales rotos, el derribo, el futuro incierto. El "eje del salón" que también aparece en el interludio de Mayéutica. Un final con metales circenses (soy muy partidario de las fanfarrias). 

Tercer movimiento: lo de dentro. El destino, que siempre miente. "Maldita sea la luz que me desvela". Guitarreo del bueno, desesperación y rabia. 

Cuarto movimiento: la realidad. Mi favorito, el que va directo a hurgar en la herida. "Perdí el sentido del camino". Con Ara Malikian al violín. Como sucede en Mayéutica, el cuarto movimiento es una especie de resumen de los tres anteriores y contiene toda la emoción del disco en un frasquito para colgártelo del cuello.

Coda flamenca. Las codas no me gustan, ninguna de las dos. 

El día de mi cuadragésimo segundo cumpleaños tenía planeado ir a Sevilla a ver el concierto correspondiente a la gira de despedida de Extremoduro, nunca he llegado a verlos en directo. Robe decidió que pasaba de la gira y se cancelaron los conciertos pero si va a seguir sacando discos así, por mí puede seguir cancelando todas las giras de despedida de Extremoduro que quiera.

El otro día Robe (y el resto del grupazo que ha montado) hizo una emocionante rueda de prensa para presentar la gira de este otoño, creo que es la primera rueda de prensa que veo entera. Dijo que tenía otro disco entero en la cabeza y que las canciones eran todavía mejores, se me hace la boca agua.


El otro acontecimiento ha sido la publicación del "Portas" de Marisa Monte con, por primera vez desde hace diez años, un puñado de composiciones nuevas. "Elegante Amanhecer" y "A Lingua dos Animais" me ganaron al vuelo, desde la primera escucha, entran muy bien. 

En otoño llegará el nuevo de Quique González y esa gira promete ser de las mejores de su carrera porque está cantando y tocando la guitarra mejor que nunca.