martes, 12 de diciembre de 2017

Provocado por Diálogos 3 (otra vez)

El otro día estaba en un concierto de Cristina Branco. Recordé antes de que empezara que la descubrí escuchando Diálogos 3. No cantó ninguna de las canciones que a mí me empezaron a gustar de ella, de ninguno de sus primeros discos y llegué a la conclusión de que es normal porque hace veinte años de aquello y lógicamente ha ido variando el repertorio. Y entonces me pregunté cuántos artistas había descubierto gracias a Diálogos 3, a cuántos conciertos había ido asistiendo a lo largo de los últimos veinte años porque un día Ramón Trecet pinchó una canción suya y la grabé (o mi madre me grabó el programa entero porque yo no podía escucharlo y no había podcasts ni nada parecido todavía). 

Kroke, Sharon Shannon, Dorantes, Lidia Pujol, Phil Cunningham y Aly Bain, Luar Na Lubre, Carlos Núñez, Uxía, Mercedes Peón, Goran Bregovic, Yann Tiersen, Javier Krahe, Kepa Junkera, Jorge Pardo, Carles Benavent, Perico Sambeat, Brad Mehldau, Carmen París, Ara Malikian, Chano Domínguez, Katie Melua y la propia Cristina Branco. De todos ellos he disfrutado en directo gracias a que un día Ramón Trecet decidió que había que apoyarlos y radiarlos a diario en Radio 3 a la hora de la siesta. 

Fui a ver Amélie un par de veces al cine porque ya me gustaba antes de verla, ya escuchaba la banda sonora a diario y la película sin esa banda sonora no sería gran cosa. Recuerdo lo mucho que me gustó Dorantes desde el primer tema que escuché. El "Resignation" de Brad Mehldau, la grata sorpresa que supuso "Savia Nueva". Cómo narraba la primera vez que vio a Jeff Buckley. Los festivales de Jazz de San Sebastián y San Javier, La Mar de Músicas, Pirineos Sur. La entrevista a Enya, el especial de Eva Cassidy, John Muir y los parques nacionales. Las griegas, Giogos Dalaras, Arto Tunçboyaciyan, Jan Garbarek, Capercaillie, Nightnoise, Connie Dover, Mary Black, Dolores y Sean Keane. Caledonia.




lunes, 9 de octubre de 2017

Provocado por “Deleted Files” de Neuman

A Paco Román a veces se le va la pinza y cuanto más se le va, más me gustan sus canciones. Con “Deleted Files” se le ha ido clarísimamente para nuestra fortuna.

Si cree que una canción necesita un coro de niños y que tiene que durar ocho minutos pues los dura y no hay más que hablar, esos son los músicos que me gustan. Si una canción te pide durar un minuto para qué alargarla y si otra, como es el caso de “Deleted Files”, tiene que durar un poco más de doce minutos, pues no se puede cortar, tiene que ser así, lo importante es la canción siempre y todo lo demás está a su servicio.

A la voz de Paco Román se le intuyen las lágrimas que hay detrás, tiene una melancolía contagiosa que te descoloca un poco, que te deja sin argumentos, lo único que puedes hacer es dejarte contagiar y disfrutarlo.

Su voz combinada con una melodía obsesiva y pegadiza consigue que a lo largo de la canción cambie tu estado de ánimo y circule por varias etapas: te serena, te invita a bailar, a tararear; realmente no es una canción, es una película sonora cuya eterna parte instrumental te sugiere imágenes, objetos, escenas, te lleva de la mano viajando por una sucesión de estados de ánimo que acaba casi obligándote a gritar con los punteos finales.

Además su escucha en bucle lleva un par de días librándome de la política y eso no tiene precio. Me imagino a Thom Yorke bailándola, solamente ese baile daría para videoclip.

viernes, 1 de septiembre de 2017

Provocado por la última mudanza

Tuve al caminar por la Puerta del Sol el otro día una especie de melancolía prematura, esa extraña sensación de que era una de las últimas veces que la pisaba con regularidad y recordé la primera vez que aterricé en ella, el primer bar al que entré y el trozo de pizza que compré a las tantas de la madrugada en aquella esquina en ese primer viaje, cuando quedamos y aparecí como un pincel, cuando quedé con ella para donar sangre y al final doné yo solamente y nos tomaron por novios aunque no lo éramos, la ballena como punto de partida, los mariachis, la inauguración de la tienda oficial de Apple, las veces que la crucé para ir a Lavapiés, las veces que la vi abarrotada durante el 15M, la emoción del primer grito mudo.

Empecé a pensar en los dos o tres museos que al final no he visitado todavía por pereza, hice acopio de películas y música en la Fnac de Callao porque ahora no tendré una a menos de 130 kilómetros de casa y el invierno es muy largo. Y tenía la sensación de que tenía que aprovechar los últimos días, compaginar las cajas de la mudanza con las últimas obras de teatro, con los últimos conciertos, con los últimos helados de Sani Sapori.

Y se me ha pasado el verano entre idas y venidas y ahora que ya no estoy en Madrid no tengo la sensación de haberme ido todavía. No me sentí como un extraño cuando llegué y ahora no me acabo de creer que la haya dejado.

domingo, 19 de marzo de 2017

Discos del 2017

Este año tengo cinco discos entre ceja y ceja: los de Rayden (“Pólvora Mojada” me parece una de las canciones del año), Jorge Drexler, Los Planetas, Mayte Martín (Tempo Rubato, con campaña de crowdfunding a punto de ponerse en marcha) y Silvia Pérez Cruz (entre sus cuatro o cinco cuerdas, plasmando en disco lo que empezó como cita anual en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional). 

Y hay otro que espero con especial ilusión: el de Rocío Márquez. Desde hace muchos meses tengo que escuchar su voz todos los días; no es una obligación, es una necesidad casi fisiológica, aunque sólo sea una canción, un estribillo, un algo. Sé por la web del Teatro Victoria Eugenia que el título del disco será Este Firmamento* (o por lo menos su concierto allí se anuncia así por lo que dos y dos suelen ser cuatro...), sé que va a ser tirando a experimental: con saxofón, piano, percusión y la voz de Rocío. Y sé que me va a gustar porque me gusta todo lo que hace, porque todo lo hace con exquisito gusto, con respeto y riesgo, por su capacidad de transmitir y emocionarme cante lo que cante. El viernes pasado en el Auditorio Nacional le pegó tal repaso a todos los palos que parecía estar abriendo cada uno de los tomos de una enciclopedia flamenca y tuve la sensación al terminar de que había dado un puñetazo encima de la mesa, como queriendo advertir, levantando el dedo índice de su mano izquierda -como lo hace al cantar- que a nadie se le ocurriera poner en duda su flamencura, que ese es el punto de partida de su arte y la base para todo lo que hace y va a hacer en el futuro que seguro será mucho y muy variado (probablemente no fue esa su intención al elegir el repertorio del recital pero a mí me lo pareció). Pues falta mes y medio todavía para su lanzamiento pero lo bueno se hace esperar...

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*Finalmente el disco se llama Firmamento y el concierto de San Sebastián se aplazó a última hora sin que de momento (a 21 de agosto) se haya anunciado nueva fecha.

Firmamento sigue aumentando su leyenda y llenando páginas de artículos al respecto, al escucharlo pensé que a lo mejor sería difícil reproducirlo en directo. Me equivoqué, en directo es igual de emocionante o más incluso que en disco. He asistido dos veces al concierto de la gira de presentación y tengo previsto verlo otras dos por lo menos. La fuerza, la sensibilidad, la voz cristalina y el buen gusto de Rocío encandila y emociona a quien la escucha, no hay más que oír los comentarios del público asistente al terminar los conciertos, "valiente" es el piropo más repetido.

Jorge Drexler a estas alturas ha mostrado un par de canciones del disco nuevo y "Telefonía" ya huele a clásico marca de la casa.

A los seis discos comentados se han unido tres que me han sorprendido (a mí y a todo el mundo) muy gratamente:

- "Los Ángeles" de Rosalía y Refree. La intimidad que consigue crear esta pareja en directo es impresionante. El silencio que se genera cada vez que Rosalía canta mirando a los ojos al público hay que sentirlo.

- "45 cerebros y un corazón" de María Arnal y Marcel Bagés. El concepto del disco me recordó al "granada" de Silvia Pérez Cruz y Refree (pero también me lo recordó "Los Ángeles"). Tiene tres canciones que escucho casi a diario y que me siguen maravillando cada vez.

- "Conexión" de Marco Mezquida y Chicuelo. Carlos Pérez Cruz (@clubdejazzradio) lleva años hablando de Marco Mezquida y no sé si le hace caso mucha gente pero tendrían que hacérselo.

martes, 24 de enero de 2017

Provocado por "Malviviendo"


Uno presume de enterarse de las cosas tecnológicas pero la verdad es que cada vez me entero de menos. Del fenómeno que se produjo con la webserie “Malviviendo” en su día no me enteré. La serie es gamberra, con un vocabulario soez, zafio, a veces desagradable incluso, sueltan esos exabruptos que sienta tan bien soltar de vez en cuando provocando carcajadas casi en cada capítulo y a mí me enganchó desde el primero. La primera vez que escuché a alguien hablar de ella creo que fue en el EBE (Evento Blog España) del 2013, en una charla sobre el fenómeno Youtuber si no recuerdo mal. Una chica en el turno de preguntas le recomendó a los ponentes que vieran la serie, dijo que estaba muy bien y que de Despeñaperros para abajo también se hacían cosas interesantes (comentario que provocó los aplausos de gran parte del público asistente). Hace muchos meses, en una de esas tardes en las que entras en la FNAC para pasar el rato y sales con una bolsa llena de CDs y DVDs, compré la “Edición Especial Coleccionista” de “Malviviendo" y ahora he devorado las tres temporadas en un par de semanas. 

Y viendo el documental con el que acaba el último DVD me he dado cuenta de los medios ridículos con los que empezaron a hacerla y del trabajo que hay detrás. Ocurre con "Malviviendo" como cuando escuchas por primera vez un cante interpretado por Rocío Márquez: parece que no hace esfuerzo ninguno al cantar, da esa sensación pero descubres el equívoco cuando ves que en sus actuaciones en directo todos los músculos de su cara, su postura, el movimiento de sus brazos, todo está al servicio de que su voz suene perfecta en cada nota emitida. Lo mismo sucede cuando escuchas a Mayte Martín, a Marisa Monte o a Ellis Regina: parece que la voz fluye como un manantial. Algunas escenas de "Malviviendo" te resultan tan cotidianas si has crecido en un barrio más o menos marginal que no dudas de su credibilidad. Viendo el documental sobre la serie te das cuenta de las dificultades por las que han pasado para sacarla adelante y de que se han currado cada capítulo como si fuera el último (porque a lo mejor lo era realmente).

Después de "Malviviendo" he seguido con “Entertainment" y me sigue gustando su rollo por lo que seguramente vea también el resto de cosas que han hecho y que hagan en el futuro.