lunes, 12 de mayo de 2014

Provocado por la Patri

Estábamos en clase haciendo dibujitos, mirando por la ventana, pasando papeles por debajo de la mesa, alguno habría escuchando la lección. Se abrió la puerta: nos visitaba la hermana Josefa, una visita sorpresa. Entró en el aula y las expresiones de admiración explotaron en revuelo considerable, seguro que hubo aplausos también. Era la monja que mejor cantaba y no nos habíamos tomado muy bien unos años antes su inesperado traslado a otro colegio. Creo recordar que hubo dos chicas que se emocionaron, pero ella especialmente, pasaban los minutos y ella seguía llorando sin consuelo posible. Algunos se reían de ver cómo lloraba, de qué manera tan intensa y constante. Al final la señorita Elena dijo que si en una clase había una sola persona que reaccionaba así ante la visita de una antigua profesora, sólo por eso valía la pena dedicarse a ese oficio, se acercó a ella y la abrazó.