miércoles, 22 de febrero de 2012

Provocado por la chica de Adventure



La Chica de Adventure


Ella había llegado un poco antes y ya estaba sentada esperando. Yo no me senté a su lado, subimos juntos en el ascensor, cruzamos las miradas en diagonal, amagamos una sonrisa. Al acabar nuestras respectivas entrevistas bajamos juntos de nuevo, esta vez no las amagamos. Antes de empujar la puerta giratoria del edificio de oficinas ya estábamos comentando la jugada.

La chica de Adventure es alta, delgada, rubia, ojos claros, elegante, tiene acento del sur pero no sé distinguir del sur de dónde. Descubro que es colombiana, llegada a Madrid desde Sevilla previo paso por Nueva York. Suma sal, gracias y picardías de ambas orillas. Tiene un cutis de photoshop, las pestañas largas y aires de marquesa. Cuando consigue despegar sus dedos de la blackberry, saca del bolso una bolsa de tela para cambiarse los zapatos en el vagón; está buscando piso, tiene programadas unas cuantas visitas, baja en Tribunal. Me desea suerte y yo que le vaya muy bien, sin besitos de despedida. Mejor.

La chica de Adventure se llama Mara o María o Mararía. Se llama como yo quiera porque nunca pregunté su nombre (ni ella el mío). Puede que venga a vivir a mi barrio, puede que vaya yo al suyo. No creo que nos volvamos a ver y no me importa (a ella tampoco). Señores de Adventure, no me contraten si no quieren, yo tropecé con lo mejor de su empresa: la chica de Adventure, que no trabaja en Adventure, todavía.