domingo, 28 de febrero de 2010

Provocado por un diálogo de la película "Barrio", por los recuerdos, por los sueños y por los sueños que recordamos

- ¿Nunca habéis soñado que llovía dinero?
- Yo sí, muchas veces.
- Y yo, sobre todo de pequeño. Y también que de los grifos salía coca-cola. ¿Y tú qué soñabas?

Diálogo de la película "Barrio", dirigida por Fernando León de Aranoa.






Son pintadas de las que ya casi no queda nada, sólo perviven en estas fotografías y en el recuerdo de aquellos que caminaron una vez sobre ellas o las vieron desde un puente y se pararon a leerlas más de una vez, quizá les alegraron el día y se preguntaron qué querían expresar o pensaron que eran una tontería y no se plantearon nada más o ni siquiera les prestaron atención y las pisaron contribuyendo a que las borrara el tiempo.

Podían verse hace unos años sobre el asfalto, desperdigadas por Terrassa. Eran sueños, los pensamientos más secretos expuestos en la vía pública. Eran los sueños de algunos egarenses que fue recopilando el mejicano Erick Beltrán a lo largo de la primera edición de Processos Oberts. Pero hubo un sueño que Erick no pudo plasmar porque se lo reveló una chica desde un coche una noche a las tres de la mañana, justo cuando él estaba realizando las pintadas y no tenía las plantillas necesarias para reproducirlo. La chica dijo "tengo otro: ayer soñé que daba a luz a un canguro".

Yo soñaba que entraban atracadores en casa y no podía gritar pese a intentarlo con todas mis fuerzas porque me quedaba sin voz, soñaba que volaba sobre los edificios y que estaba al borde de un precipicio aunque siempre me despertaba antes de llegar al suelo. ¿Y tú qué soñabas?

viernes, 12 de febrero de 2010

Provocado por algunos dibujos de Ciruelo Cabral

Con dulzura acaricia la princesa Endrag la cabeza del dragón huido de la cueva pocas horas antes, cuando el agua se convirtió en un río de lava. Enfurecido, su rival había destruido el bosque con su vómito de fuego al comprobar cuánto amor se demostraban en sus paseos por cualquier rincón del valle. Abrazados, se preguntan qué harán para vencer al poderoso dragón Postorión. Puede que recurran a la afilada espada del guerrero de la capa roja, con su armadura de acero y su escudo compuesto de cuero y marfil, confían en que saldrían victoriosos de una lucha al atardecer sobre la bruma que nace de la superficie del río Otrol, siguiendo con su vuelo su curso entre los dos castillos que coronan las montañas Abridon y Sulfrid, o tal vez pidan ayuda a la maga Astarian, siempre acompañada por el gran lobo blanco.